lunes, 11 de mayo de 2015

La Santa capturista de Datos

Hace tiempo sucedió en una de mis empresas de Estados Unidos mientras hacíamos un taller, que una de las participantes pidió permiso para llegar tarde a una de las sesiones de trabajo. Dijo que tenía una labor religiosa que hacer en la iglesia en la que profesaba su fe. El permiso se le dio sin ningún problema pues el acuerdo fue que se integraría al equipo a las 10 de la mañana, resulta que no llegó a las 10 sino a las 12, cuando todos la vimos entre sorprendidos y enojados por las 2 horas de retraso con las que llegó. 

Resulta que ella no sabía que yo era socio de la empresa, yo le reclamé su falta de compromiso, le dije que nunca nadie le negó el permiso y que el acuerdo había sido que su horario de llegada era a las 10 de la mañana, sin embargo ya era el mediodía y ella apenas iba llegando. Le comenté que el equipo tenía que pagar 50 dólares gracias a que ella había roto el acuerdo de ser puntual, (es algo tan básico como ser respetuoso del tiempo propio y del de los demás). Cuando exigí el pago de la multa por su fallo, por parte del equipo se hizo un silencio sepulcral y del silencio sepulcral se transformó a miradas a acusatorias. 

Ella explotó y me dijo que me iba a ir al infierno directito y sin escalas pues quién era yo para reclamarle a ella que además estaba con el señor Obispo y por eso había llegado 2 horas tarde, ¿cómo era posible que yo, un simple mortal, (y además con el demonio dentro) tuviera el atrevimiento de exigirle puntualidad cuando ella estaba atendiendo un asunto del Divino Creador? Y no solo de Dios, también de los humanos pues junto al séquito religioso del cual formaba parte estaban organizando actividades para ayudar a niños de la calle. Después de sus reclamos hacia mi pecadora persona se fue furiosa del taller y al siguiente día renunció a la empresa, no volví a saber más de ella… en un tiempo. 

Mucho tiempo después iba yo caminando con mi esposa por un mall de Texas y la volví a ver,  tengo que confesar que me sentí asustado de encontrarla, mi esposa sabía la historia pero lo que no sabía era quién era la mujer. La vi y yo por alguna extraña razón quería huir de ella quizá porque sentí que me iba a volver a decir que era un alma perdida y que el diablo me seguía esperando en el infierno. La señora me alcanzó y me dijo: Alfredo ¡gracias! Aquella vez que  te enfrenté por llegar tarde en realidad no te estaba enfrentando a ti, me enfrenté a mi misma y descubrí que trabajar en esa empresa no tenía nada que ver con mi Misión de Vida, descubrí que ésta tenía que ver con ayudar a los demás a través de mi fe religiosa, ahora soy la asistente personal del Obispo y soy tremendamente feliz, estoy viviendo en sintonía con mi Misión en la vida y me siento plena. Gracias por enfrentarme por mi impuntualidad en aquel taller. 

¡Teníamos una santa capturando datos! ¡Qué ilógico y contraproducente! ¡Qué dañino para ella y para la empresa! Su pasión tenía que ver con ayudar a los niños mientras que su trabajo giraba en estar sentada frente a una computadora capturando datos y contestando un teléfono. Ahora puedo ver la frustración que seguramente sentía y me explico perfectamente por qué me gritó, quizá en el fondo no me estaba gritando a mí sino enfrentándose consigo misma y a la incongruencia de su vida laboral con su verdadera misión de vida. 

Nos dimos un abrazo y no puedo decir que esto quedó olvidado, al contrario es algo que siempre recuerdo y me gusta compartir con la gente, porque la Santa Patrona Capturista de Datos es un ejemplo de Misión de vida, su historia se repite millones de veces en millones de oficinas de todo el mundo, podemos pasar años haciendo algo que no nos gusta y que no tiene nada que ver con el talento y don especial que tenemos, con nuestra propia Misión. ¿Tu lugar en esa empresa, en ese trabajo en el que estás es acorde a tu Misión de vida? ¡Espero que así sea!

QDTC


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